Después de desfilar durante tres temporadas por la máxima categoría y de un año de transición, el Real Mallorca emprendía de nuevo el camino hacia la gloria tras una campaña convulsa en el plano institucional y deportivo. Después de una crisis que estuvo a punto de provocar la desaparición del club, Lorenzo Munar dejó su puesto en la presidencia al Barón de Vidal en junio de 1964.
El segundo ascenso a Primera llegó de la mano del exazulgrana César Rodríguez, que hasta la irrupción de Leo Messi era el máximo goleador del Barcelona en toda su historia. El técnico vasco Juan Ramón Santiago fue obligado a dimitir por los propios jugadores después de una victoria ante el Tenerife y con el equipo colíder del Grupo Sur de Segunda División.
El curso había arrancado con dudas por la marcha de Pepillo, la gran estrella mallorquinista, que fue traspasado al Málaga. A cambio llegaron cerca de una decena de futbolistas con el portero Vicente, ex del Real Madrid y campeón de Europa con la selección -aunque no jugó ningún partido- unos meses antes.
Mallorca y Málaga se situaron en cabeza desde los primeros compases del campeonato. A pesar de esa buena marcha y con el título de campeón de invierno en el bolsillo, la situación entre el entrenador y la plantilla comenzaba a ser insostenible. Una derrota en El Mirador de Algeciras (3-0) en el arranque de la segunda vuelta, encendió la mecha de la crisis. El Barón de Vidal cesó a toda la junta directiva como responsables de distintas comisiones y ratificó su confianza en el técnico. Pero poco duró ese apoyo. Ni siquiera el triunfo ante el Tenerife salvó al entrenador vasco. La plantilla le exigió el cese de Juan Ramón y unos días después aterrizaba en el banquillo César Rodríguez, un ídolo del barcelonismo como futbolista y que la temporada anterior había dirigido al Barça sin demasiado éxito.
Con César a los mandos, el Real Mallorca cogió la velocidad de crucero. Perdió su segundo partido, en Alicante ante el Hércules, para encadenar posteriormente once encuentros consecutivos sin doblar la rodilla y seis triunfos en las siete últimas jornadas. De hecho, el conjunto balear ni siquiera necesitó llegar a la última jornada, gracias a un empate del Málaga en el Sitjar que permitió a los baleares llegar líder a la penúltima.
El ascenso se produjo en Melilla gracias a un gol del defensa Cruz en propia puerta tras una falta lanzada por el murer Bernat Sans. Los jugadores fueron recibidos como héroes el 13 de abril de 1965 a su llegada a Palma. El epílogo ante el Calvo Sotelo (3-1) provocó el júbilo entre una hinchada que festejaba su segundo ascenso en 5 años.
En aquella temporada se produjo un hecho cuando menos curioso. Tanto el presidente como el entrenador anunciaron el fichaje del internacional del Barcelona José Antonio Zaldúa.
Incluso se anunció por radio que esa misma tarde el jugador estaría en la sesión preparatoria y los aficionados se acercaron hasta el Lluís Sitjar para ver en directo al futbolista. Sin embargo, Zaldúa optó por seguir en Can Barça a pesar del acuerdo alcanzado y jamás vistió la camiseta rojilla.