César Mota (20-7-74) y José León (25-11-73) empiezan a asimilar su vida más allá del club. Todos los despidos son traumáticos, pero cuando a ellos les echaron de Son Moix el pasado julio, echaron a dos símbolos de la entidad. Ambos prácticamente nacieron vestidos de rojo, pasaron por todas las categorías y al colgar las botas empezaron a trabajar como masajista y utillero. Ahora César desempeña su labor en el centro de tratamiento automatizado de Correos y José lo hace en Instalaciones Frigorífiques Balears, una de las empresas de la familia Geli dedicada a la logística. Han redireccionado su vida y relatan a Ultima Hora cómo es su día a día sin fútbol.
— Después de toda su vida en el Mallorca, ¿cómo es su día a día sin fútbol?
— CÉSAR MOTA. Yo estoy con la familia. Cuando me informan que tengo que dejar el Mallorca coincide con que mi madre empeora. Tenía un cáncer desde hacía unos siete años. Justamente tiene un bajón y se junta mi despido con esa parte final de su enfermedad. Sinceramente, en ese momento dediqué a mi madre las 24 horas. Estuve con ella en el hospital día y noche. De haber estado trabajando eso no habría podido hacerlo y mi conciencia no hubiera estado tranquila. Estuve con ella hasta el último día de su vida. Esa fase tan dura coincidió con mi despido del club. Pasa el tiempo y te encuentras que lo que ha sido tu vida, que es el fútbol, ya no forma parte de ti y ahora, sinceramente, no me apetece el fútbol. Me apetece mucho más estar con mi familia. Eso no lo he hecho en estos últimos 21 años de mi vida dedicados al Real Mallorca.
— JOSÉ LEÓN. Para mí el 2017 fue muy complicado porque se fue el trabajo, se fueron muchas cosas. Tuve un problema personal que tampoco ayudó y cuando las cosas se tuercen parece que se tuercen de golpe todas y eso ocurrió el año pasado. Fue una experiencia muy dura en lo profesional y en lo personal. Encontré la soledad y me apoyé en la familia, pero cuando estaba solo lo pasaba fatal.
— ¿Qué recuerdan de su día a día en el Real Mallorca?
— C.M. José y yo quedábamos sobre las 7 y a las 7:30 llegábamos a Son Bibiloni. Nos íbamos a las dos o a las tres si no había doble turno porque si había doble turno entonces nos quedábamos hasta las nueve de la noche. Y los martes por la tarde nos tocaba estar con los lesionados. Muchas semanas no podíamos librar ni un día de la semana.
— J.L. Para librar la tarde del martes, después tenía que recuperarlo entre semana y eso significaba que muchas veces el resto de días tenías que levantarte a las seis para estar a las siete ya preparado con César y tenerlo todo a punto.
— ¿Habéis dado más al Mallorca que lo que habéis recibido?
— C.M. Nosotros no íbamos a trabajar cuando entrábamos en el club. Íbamos a nuestra casa. Éramos los que menos cobrábamos del Mallorca y creo que todo el mundo sabe lo mucho que dedicábamos a nuestra labor y lo hacíamos con pasión. Nos hemos perdido comuniones de familiares directos para estar los domingos donde nos correspondía, que era con el Mallorca.
— J.L. Nosotros trabajábamos en nuestra casa que era el Mallorca y con nuestra familia que eran todos los que formaban el club. No esperas nada de un hermano, siempre das sin esperar las gracias ni nada por el estilo. Supongo que se entiende lo que quiero decir. Los únicos partidos que me he perdido yo en estos últimos 22 años ha sido por culpa de una operación que me impidió por un tiempo poder desarrollar mis funciones habituales.
— ¿Se comportó mal el Mallorca con ustedes?
— C.M. El Mallorca no, pero sí la propiedad actual. Nosotros no éramos trabajadores como por ejemplo otras personas que venían, fichaban o hacían lo que tenían que hacer ese día y se marchaban. Nosotros no, nosotros éramos gente de club que dedicábamos horas y más horas porque de nuestro trabajo dependía después que otros lo tuvieran todo a punto. Nosotros vivíamos 24 horas en el Mallorca.
— J.L. Yo respeto la decisión empresarial, pero no la humana. Nosotros teníamos una vinculación con el club que extrapolaba lo que es la relación empresa-trabajador porque estábamos en un lugar donde con ocho horas de trabajo cinco días a la semana no te alcanzaba ni para hacer un 20% de lo que teníamos que hacer.
— ¿Por qué les echaron? ¿qué les dijo Maheta para despedirles?
— C.M. Nos dijeron que no querían hacer un equipo tan profesional…
— J.L. Yo entré ahí, vi los papeles y cuando me empezó a introducir el tema me quedé en ‘shock' porque te están despidiendo, pero creo recordar que dijo que nosotros éramos demasiado profesionales para la categoría. Me dijo: ‘tengo el mejor utillero de Segunda División' y que quería que los jugadores se lo curraran más...
(Puedes leer la entrevista completa en el periódico Ultima Hora).