Serra Ferrer ha dejado de ser apoderado del Real Mallorca y a partir de ahí el dominó empieza a derrumbarse ficha tras ficha y de lo que se trata ahora es de recomponerlo todo otra vez. En un consejo de administración eterno y que continuará el lunes por la tarde, la dimisión del máximo accionista de su cargo de apoderado hay que enmarcarla en un cambio de ciclo, en un momento de la historia reciente del club donde cabe la posibilidad de volver a organizarse de nuevo por lo que hace referencia a la cúpula de poder del Mallorca.
A día de hoy la entidad no tiene apoderados —la firma sola de Cerdà no es suficiente— y tampoco director general, ya que fue destituido José María Durán de su cargo. Tampoco secretario porque dimitió Julián Carnicero. En resumen, el consejo de administración lo forman los mismos consejeros, pero hay que nombrar dos nuevos apoderados, meter mano en el modelo de gestión y producir nuevas y fuertes alianzas, que ayer, tras la pérdida de piezas y el hecho de romper la naturaleza del pacto de sindicación, dejó a los dos exapoderados en posición de debilidad.
Serra dimite en un ejercicio de «responsabilidad»
La gran pregunta que se hace el mallorquinismo es qué pasará a partir del lunes. Si la cara es el espejo de alma, Gabriel Cerdà apareció por la noche con semblante serio y sin desprender mayor entusiasmo y Serra Ferrer dio la sensación de quitarse un peso de encima y de afrontar el futuro inmediato con nuevos brios. Dijo que dimitía del cargo de apoderado por «no estar a gusto con la situación que se vive y por estar en desacuerdo con según qué decisiones».
Ahora su voto es libre, no está atado a la sindicación que más allá de lo puramente burocrático, está rota. Ahora Serra no tiene por qué votar lo mismo que el presidente del consejo. «Hay otra manera de gestionar este club. Mi dimisión obedece a que esta situación es límite y no estoy de acuerdo con ella y en un ejercicio de responsabilidad dimito», explicó Serra Ferrer.
El vicepresidente tiene ahora la opción de votar libremente
Serra no quiso referirse abiertamente a que su pacto de sindicación con Cerdà está roto, pero sí admitió que ahora es libre para dirigir su voto «con libertad de conciencia» «Es fuerte obligar a otra persona a someterla a lo que tú quieres y dirigirle el voto, eso no puede ser. Si creo que he de votar una cosa y me me obligan a votar otra...no estoy de acuerdo», dijo Serra Ferrer, que ahora puede votar a favor o en contra de un punto independientemente de lo que manifieste Cerdà, situación que con el pacto de sindicación era impensable.
La guerra ha desembocado en un desgaste personal
El nivel de batalla en el Mallorca ha llegado al nivel donde se han puesto sobre la mesa las relaciones de los apoderados con familiares y empresas más o menos afines. Al respecto, Serra insistió que estos asuntos han motivado que él no esté feliz con esta situación, llegando a pensar en abandonar del todo. «Lo he pensado porque al margen de ser accionista tengo familia, que han estado desplazados demasiado tiempo y esto me aprieta la conciencia. Estas turbulencias que vivimos perjudican y deben frenarse», explicó.
La opción de pactar con Utz Claassen no está descartada
Serra Ferrer no descarta llegar a un posible acuerdo con Utz Claassen para poder liderar una comunión sólida de cara al futuro. «Del pasado no podemos vivir toda la vida, ni para bien ni para mal, hay un presente y un futuro, que son las dos circunstancias más importantes. El pasado se tiene que tener presente, pero repito, el pasado es pasado», manifestó Serra Ferrer, que esperará al lunes para ver qué dirección tomar.
Tampoco Serra Ferrer cerró puertas a futuros pactos con Biel Cerdà. «Es una persona que está en el consejo con un número determinado de acciones y no digo que la relación con él sea irreconciliable. Me gustaría que hubiera la armonía que pueda haber con cualquier que otro consejero», precisó el vicepresidente del Real Mallorca. Continuará...