En plena escalada, el Mallorca ha fijado su siguiente objetivo en la continuidad. El conjunto bermellón, que pese a sus problemas para hilvanar un fútbol solvente lleva tres jornadas seguidas sumando (7 de 9), necesita quemar otra etapa en su proceso rehabilitación y protegerse frente a una posible recaída. Para ello, los de Oltra están obligados a ganar en un campo en el que suelen sentirse cómodos y enlzar, por primera vez en muchos meses, dos victorias consecutivas. La meta, aparentemente asequible, ha ido empinándose con el paso de los meses y se ha convertido en un obstáculo infranqueable, una pequeña obsesión para el equipo, que en algo más de un año solo lo ha conseguido en una ocasión.
La victoria contra el Mirandés ha ampliado el horizonte del Mallorca, que poco a poco espera quitarse la depresión de encima. Ante los burgaleses, el conjunto isleño mostró dos caras totalmente enfrentadas y aunque acabó envuelto entre un montón de dudas, firmó la segunda alegría del curso en Son Moix y ganó otro peldaño en la clasificación.
Déficit
Ahora, en cambio, vuelve a presentarse a otro examen imprescindible si aspira a engancharse a corto plazo al vagón de cabeza de la categoría. Tras sus tres gazapos iniciales, el equipo ha dilapidado ya una porción importante del crédito y debe empezar a imponer sus prestaciones.
La intermitencia se ha convertido en uno de las peores enfermedades del Mallorca más próximo y no se reduce únicamente a la estancia en el banquillo de Oltra, demasiado estrecha aún como para extraer conclusiones en ese sentido. La temporada pasada, sin embargo, ese déficit maniató mucho tiempo al grupo y contribuyó a forzar el descenso. De hecho, solo conectó seis puntos en dos partidos en una ocasión, con Manzano al mando de las operaciones. Derrotó a principios de marzo al Granada de forma agónica (2-1) y repitió una semana después en casa contra el Sevilla (2-1). A partir de entonces, sus avances siempre han seguido un curso irregular.
La otra pequeña cuenta pendiente del Mallorca en su vuelta al infierno de la Segunda División es la de asestar un golpe de efecto como forastero. Se estrelló en Sabadell (4-0), acabó de hundirse en Gijón (3-0) y dilapidó un colchón de dos goles en Alicante (2-2) cuando el partido estaba a punto de consumirse. De hecho, la última vez que metió los tres puntos en el equipaje de vuelta fue precisamente gracias al cabezazo de Tomer Hemed en el Nuevo Los Cármenes (3 de marzo). En total, los bermellones son han moldeado un triunfo en sus últimos nueve desplazamientos entre Primera y Segunda.
La última victoria del Mallorca fuera de su estadio en la categoría de plata data del 30 de marzo de 1997, ante el Leganés (0-1).