Con el semblante serio, aunque calmado, Joaquín Caparrós asumió con resignación su destitución como entrenador del Mallorca. El técnico sevillano se marcha «dolido porque he sentido el apoyo de la afición», si bien reconoció que quizás «era el momento» de tomar la decisión.
«Una decisión así no gusta. Me hablaron magníficamente bien del Mallorca y todo eso lo he multiplicado. He conocido a gente que me ha hecho crecer como técnico y como persona. He hecho una gran amistad con Jaime (Cladera) y Lorenzo (Serra Ferrer), además de sentir el apoyo de Biel (Cerdà) y de Miguel (Coca). Hemos estado muy unido, hemos buscado soluciones y somos conscientes de las oportunidades que nos han dado», apuntó el utrerano, que destacó la confianza depositada en él por el pobler .
«Nuestra ventaja ha sido que el máximo accionista es un hombre de fútbol y hace muy poco estaba en situaciones parecidas. En este mundo, cuando se pierden muchos partidos es normal que haya una pérdida de confianza, pero siempre ha tenido conmigo la misma mirada. Esta mañana, hemos puesto las cartas boca arriba, buscando lo mejor para el club. Me voy dolido porque también he sentido el apoyo de la afición hasta el último minuto». Caparrós confía en la salvación del equipo. «Mi agradecimiento al club y a un grupo de futbolistas que estoy convencido de que sacará adelante esta situación. El factor humano del vestuario es de Champions», zanjó.
En cuanto a las causas que han motivado su cese, indicó: «Hay causas, pero el balance hay que hacerlo desde la tranquilidad, el fútbol tiene una parte de juego que es muy importante y un factor fortuna, que no es una justificación, pero hemos sido un equipo supercastigado por las lesiones de larga duración, hasta siete futbolistas, esa desgracia nos golpeó», señaló.