El partido ante el Málaga se ha convertido en una cita capital para el Real Mallorca, que se conjuró ayer entre manteles para contribuir con una comida de hermandad a reconducir la delicada situación en la que se encuentra inmerso el conjunto de Joaquín Caparrós.
Los jugadores, el cuerpo técnico y parte de la directiva se dieron cita en el restaurante Caballito de Mar para fomentar la unión en una semana decisiva. La plantilla ocupó diferentes mesas, mientras que compartieron mantel los responsables técnicos con Caparrós a la cabeza y el presidente en funciones, Llorenç Serra Ferrer junto a Gabriel Cerdà.
El director deportivo y presidente en funciones junto al apoderado del club representaron a la directiva, ya que ni el segundo máximo accionista, Pedro Terrasa, como el accionista de referencia de la SAD balear, Utz Claassen, fueron invitados al evento.