Héctor Cúper es recordado por dirigir al Mallorca de los sueños, al equipo que maravilló en la Liga y en Europa. Fernándo Vázquez fue el técnico con el que el equipo balear ganó en el Amsterdam Arena y Luis Aragonés fue el preparador con el que posiblemente se vio mejor fútbol en Son Moix.
Curiosamente el entrenador que ha ganado el premio más importante de la historia, Gregorio Manzano, no es precisamente recordado por esa efeméride, sino por las continuas polémicas que ha protagonizado siendo técnico del Mallorca o ahora ocupando el banquillo del Sevilla. Son dos caras muy diferenciadas. Gregorio en Palma o Sevilla y Goyo en Madrid.
Supuesta duplicidad
El técnico del Sevilla, que hoy regresará a Palma apenas un mes antes de ser citado por el juez para declarar por una supuesta duplicidad de contrato, ha encadenado un sinfín de situaciones extradeportivas motivadas básicamente por su incontenible ego. Pudiendo pasar como uno de los entrenadores legendarios de la historia del Mallorca, mañana la afición cocina una paella para recordarle lo que fue uno de los episodios más esperpénticos que se recuerdan en el fútbol español, el de un entrenador cargando contra su propia afición.
El jienense no defendió a su gente cuando el periódico The Guardian la calificó de 'basura'. «Es un artículo más y no hay nada más que objetar» fue el triste resumen que hizo el andaluz. A partir de ahí el verdadero Manzano se quitó la careta con demasiada frecuencia. Las relaciones entre la afición y el técnico quedaron seriamente dañadas cuando el andaluz dijo en un periódico nacional que la hinchada balear siempre encontraba excusas para no ir al fútbol, entre ellas, «la paella de los domingos». El contacto entre la masa social y el jienense pasó de ser frío a distante. El blog de despedida a falta de cuatro meses para que finalizara la temporada, las continuas broncas con Martí Asensio y el hecho de pedir la disolución del club para él percibir sus emonumentos, son otros de los aspectos que han erosionado su imagen en la Isla. Eso, unido a los continuos desprecios hacia Mateu Alemany, al que curiosamente fue a buscar para que «salvara» el club, han puesto al descubierto c