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El Mallorca aprende a sufrir y mira hacia arriba

Pereira celebra su gol ante el Levante con De Guzman. | Monserrat

| Palma de Mallorca |

Mallorca 2 - 1 Levante

Mallorca: Aouate; Ratinho (Cendrós, min. 79), Nunes, Ramis, Ayoze; Nsue, Martí, De Guzmán, Pereira; Víctor Casadesús (Joao Víctor, min. 74), Cavenaghi (Webó, min, 55).

Levante: Reina; Venta, Ballesteros, Nano (Robusté, min, 54), del Horno; Sergio, Pallardó; Valdo (Caicedo, min., 87), Stuani, Juanlu; Jordá (Suárez, min. 78).

Goles: 0-1, min, 25: Stuani, de cabeza, tras un centro medido de Valdo; 1-1, min. 64: Pereira marca tras un ser habilitado de cabeza dentro del área por Víctor; 2-1. min. 84: Webó, de cabeza.

Àrbitro: Muñíz Fernández (comité asturiano). Amonestó a Reina, Ratinho.


Nueve jornadas más tarde, el Mallorca mira hacia arriba. Se ha acostumbrado a sufrir la escuadra de Laudrup, que parece haber dejado atrás la fase más traumática de su construcción para dedicarse exclusivamente a crecer. Habituada hasta ahora a bajar la cabeza en cuanto recibía el primer golpe, la formación isleña ha cambiado su destino aprendiendo a nadar contra la corriente. Anoche, el Levante le tuvo muchos minutos sobre la lona, pero los movimientos del técnico y un arrollador tanto de Webó le permiten acceder a la zona exclusiva del campeonato después de haberse enfrentado a varios enemigos de referencia. Si se cumplen las previsiones del entrenador y este encuentro marca la tendencia del equipo, el proyecto ya ha encontrado los primeros motivos para soñar (2-1).

El Mallorca decidió ahorrarse esta vez los preliminares y se lanzó de salida a por el Levante. El conjunto de Luis García aún andaba en pijama cuando De Guzman ya había forzado la primera ocasión y su correspondiente saque de esquina. La actitud inicial de los bermellones resultaba tan convincente, que apenas tuvo que sudar para arrinconar al cuadro valenciano en las cercanías de Reina. Volvió a asustar después con un remate de Cavenaghi al que había asistido De Guzman y parceía que había asumido definitivamente el gobierno del partido. Ni mucho menos. Después de encajar esos golpes, el Levante se fue poniendo de pie y llegó al cuarto de hora entero y con un aspecto muy saludable. Además, una serie de desajustes en la defensa balear le animaron a dejarse ver en la otra mitad del cuadrilátero. A partir de ahí, las ocasiones locales se limitaron a una batería de disparos desde la media distancia y a algún que otro chispazo incontrolable de Pereira, como el que culminó De Guzman al estrellarlo sobre la parte superior del larguero. En cualquier caso, el Levante también tenía la munición a punto. Advirtió primero con una cabezazo de Rafa Jordá y cumplió sus amenazas a los veintiséis minutos, tras una jugada cosida a medias por Javi Venta y Valdo que redondeó Stuani desde las alturas tras burlarse del simulacro de marca de Ratinho. El equipo granota le había dado la vuelta al calcetín y había encerrado al Mallorca en el mismo laberinto que el Espanyol.

Intentó reaccionar el grupo isleño, pero sólo vio la luz cuando pudo expresarse a la contra. Y fue precisamente ahí dónde trazó su mejor oportunidad para resetear el encuentro. Fue en una jugada coral en la que intervinieron Martí, Cavenaghi, Emilio y Pereira, pero que desbarató Reina con un genial movimiento a contrapié. El francés, el único que iba un poco más allá, se desesperaba al mismo tiempo que la grada. Pintaba mal la batalla.

Ya en el segundo tiempo, el Levante renunció a destaparse y trató de echarle el lazo al marcador. Al Mallorca no le quedaba otra que endurecer el ritmo y volvió a ponerlo todo sobre el tapete, aunque lo hiciera de forma desordenada. Víctor rozó el empate y abrió la puerta de la esperanza, pero tuvieron que pasar diez minutos para que el equipo agarrara algo sólido. Una buena dejada de Nsue dentro del área cayó junto a Pereira y el galo forzó la igualada para darle otra dimensión al partido.

Con el empate a cuestas, el duelo se descontroló y ambos equipos iniciaron un tiroteo indiscriminado del que, sin embargo, salieron ilesos. Pese a todo, lo mejor estaba por llegar. Laudrup, que ya había mandado a la arena a Webo, dio un paso atrás para coger impulso y quitó a Victor para airear el centro del campo con Joao, aplicando la misma receta que lleva a la práctica fuera de casa. Y el resultado fue inmejorable. Ganó el Mallorca en número de recursos y el cambio, sospechoso al principio, se convirtió en decisivo. Hasta que llegó la prueba definitiva. De Guzman sacó desde la esquina de manera soberbia y Webó, que en Valencia había hecho méritos para ser de nuevo titular, se reivindicó con otro cabezazo inapelable para engarzar la tercera alegría consecutiva. Parece que esto ya funciona.

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