La segunda etapa de la regata Palma-Melilla-Palma A2 para la clase Mini 6.50 ha comenzado este mediodía en la ciudad autónoma, con destino a la Bahía de Palma. Las 32 embarcaciones que completaron la primera parte de la travesía afrontan ahora un recorrido de 500 millas sin escalas, que incluye pasos obligados por Formentera, donde se esperan condiciones meteorológicas adversas, y una baliza situada a tres millas de Cabo Blanco (Mallorca).
Desde primera hora de la mañana, todo el personal del Real Club Marítimo de Melilla se ha volcado para remolcar las embarcaciones. La salida se ha dado con "maretón", en palabras de la coordinadora deportiva del Real Club Náutico de Palma, Vivi Mainemare, y viento de proa, un escenario especialmente complicado para estas pequeñas embarcaciones de 6.50 metros, diseñadas para navegar con vientos portantes.
Las primeras decisiones tácticas se han centrado en elegir entre mantenerse cerca de la costa africana, donde la corriente es favorable pero la ola resulta muy incómoda, o dirigirse hacia el litoral de Almería, donde el flujo de la superficie de dos nudos en contra añade una gran dificultad a la navegación de ceñida.
Los participantes están mentalizados para soportar una travesía especialmente dura, marcada por pantocazos constantes y la humedad propia de la mar de proa. Según las previsiones, las condiciones podrían ser especialmente adversas para los barcos más retrasados a la altura de las islas Pitiusas.
El prototipo Optimum, tripulado por Mateo Le Calvic y Arthur Meurose, parte como líder absoluto tras imponerse en la primera etapa. En la categoría de barcos de serie, liderada por el Red Hot Mini Pepper, de Nicolo Gamenara y Giacomo Nicchitta, se concentra la mayoría de la flota.
Hugo Ramón, vocal de vela del RCNP y uno de los impulsores de esta regata, participa junto a Aleix Sellés a bordo del Cristalmina-Majórica. Antes de tomar la salida, destacó la dureza del desafío que tiene por delante: «Uno de los atractivos de la vela de altura es tener que alcanzar la línea de llegada con toda clase de situaciones meteorológicas, siempre anteponiendo la seguridad de las tripulaciones».
En el momento de escribir estas líneas, el Rapscallion, de Simon Hinter y Jate Shaffer, había puesto rumbo a Melilla tras una aparente avería. La clase Mini 6.50 prohíbe cualquier tipo de comunicación con tierra, así como el uso de cartas electrónicas, por lo que de momento no se puede saber cuál es la causa de este supuesto abandono.