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«La presión significa poder ganar»

La golfista de Son Servera Lucía López lleva un gran año rubricado con el Campeonato de Europa logrado con España

Lucía López, en el hoyo número 1 de Alcanada. | Teresa Ayuga

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Lucía López (Manacor, 2003) se está convirtiendo en la mayor esperanza del golf femenino balear tras las profesionales Luna Sobrón y Nuria Iturrioz. Tercera en el Campeonato de España, acaba de proclamarse Campeona de Europa con la selección española en Finlandia tras derrotar a la todopoderosa Inglaterra en la gran final. «Me gustan más los triunfos en equipo sobre los individuales porque todo se vive de una forma más intensa», explica en la casa club del campo de gol de Alcanada. Lucía pasa unos días de descanso en Son Servera antes de afrontar su último compromiso de la temporada, el Campeonato de Europa individual que se celebra en el próximo fin de semana en Suecia.

Lucía comenzó a tener contacto con el mundo del golf gracias a que su padre trabaja en el Club de Golf de Son Servera. «Al principio iba sólo los domingos a ver a los patos y darles de comer. Luego ya empecé a probar a jugar y vi que cada vez me gustaba más y que además había muy buen ambiente».
La joven empezó a destacar tanto que le ofrecieron mejorar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid. «Tuve suerte porque lo habitual era que cogieran a tres chicas por año y yo no destacaba tanto, pero por suerte ese año escogieron a cinco y entré». Esos años coincidieron con Bachillerato y con la COVID. «El primer año nos mandaron a casa y no volvimos hasta septiembre. En el segundo año todo fue más restringido pero se formó un grupo muy bueno. Además, era año olímpico y tuve la oportunidad de ver a muchos deportistas preparándose para los juegos olímpicos de Tokio».

Uno de los aspectos más importantes del golf es el psicológico y Lucía reconoce que no había trabajado en este apartado hasta que llegó a Madrid. «Tuve unas sesiones con Óscar (del Río) el psicólogo de la federación. Es verdad que el deporte es un deporte muy mental en el que la presión tiene un papel muy importante, pero para mí sentir presión significa que tengo posibilidades de ganar. Yo creo que lo más importante es no cambiar las rutinas. De todas formas, me considero una jugadora del medio: no me vengo abajo con la presión, pero tampoco hago mi mejor juego en esos momentos».

Tras su estancia en Madrid, Lucía tenía que decidir si compaginaba el golf con empezar Medicina o irse a Estados Unidos. «Allí es imposible compaginar Medicina con cualquier deporte porque es una carrera demasiado exigente». Ella no lo tuvo claro hasta el último momento y al final se decidió a probar la aventura americana y estudiar Biología en la Universidad de San José, situada a unos 40 minutos al sur de San Francisco. «Es un sitio perfecto para jugar a golf por el clima y porque cuenta con grandes campos en la zona. He tenido amigas que han estado en estados del norte y no quería pasar tanto frío», explica entre risas. Los domingos suelen ser su único día libre. Los otros seis compagina entrenamiento físico, rondas en el campo y estudio.

Uno de sus mejores recuerdos se produjeron este año cuando quedó segunda en el Campeonato Universitario de Estados Unidos. Sólo la número 1 universitaria, Rose Zhang, que ya se ha pasado al profesionalismo, logró derrotarla. Sin embargo, el resto del equipo no jugó tan bien y quedaron fuera de las ocho universidades que disputaron la final Match Play. Lucía tiene en el drive a su mejor aliado. «Donde tengo que mejorar más es con el putt y sobre todo con el approach, pero por fortuna pego largo y suelo llegar a green por lo que muchas veces evito los golpes cortos».

Lucía conoce desde hace muchos años a Nuria Iturrioz, con la que tiene una muy buena amistad. «De las otras jugadoras españolas a la que más conozco es a Carlota Ciganda, un portento físico y además muy simpática». Su golfista favorita es Nelly Korda y su sueño sería jugar una vuelta con Rafa Nadal. «Lo he visto muchas veces en Son Servera. A ver si quien me ha prometido que jugaré con él cumple su palabra», dice con una sonrisa enigmática.

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