El 11 de julio de 2021 Conor McGregor se enfrentó en el octágono por tercera vez contra el peleador estadounidense Dustin Poirier. Aquella fue una noche amarga para el luchador irlandés: la pelea no pasó del primer asalto y, además de ser derrotado, McGregor abandonó la jaula de UFC con una fractura de tibia. Desde entonces Conor no ha vuelto a pelear, pero no ha dejado de entrenar, centrándose en aumentar de peso a través de la ganancia muscular. Su cambio físico es sorprendente pero, tal y como confiesa en sus redes sociales, le ha generado algún que otro problema.
«De lado por las puertas», publicó el irlandés en su cuenta de Twitter, adjuntando una fotografía en la que se puede apreciar que su torso es más ancho que la puerta de su cuarto de baño. El propio peleador afirmó meses atrás que ha ganado 15 kilogramos de músculo «y ni una gota de grasa». Y no resulta difícil de creer; los peleadores de artes marciales mixtas se someten a agresivos cortes y, a lo largo de su carrera, McGregor ha demostrado ser un experto tras haber competido en tres categorías diferentes, en peso pluma, en peso ligero (en las que se ha proclamado campeón) y, de forma ocasional, en peso wélter.
Ahora bien, como ha quedado demostrado en incontables ocasiones, en la lucha profesional el músculo no suele vencer a la técnica y la táctica. El peleador irlandés no pasa por su mejor momento ya que encadena varias derrotas seguidas, sin haber dejado una buena imagen en sus últimas peleas. En su próximo enfrentamiento 'The Notorious' debe demostrar que no es solo una sombra del gran peleador que fue en su momento. «Mis cinturones en manos de dos pequeñas garrapatas», publicó Conor en un tuit junto a una imagen de los vigentes campeones de sus categorías, Islam Makhachev y Alexander Volkanovski. No está claro si McGregor conserva su poder de KO, pero su fuerza mediática continúa intacta.