Diez años después de disputar aquella final olímpica de Eton Dorney, Sete Benavides ha visto saldada la cuenta pendiente con los Juegos. Tras un largo proceso que pasó por la descalificación por dopaje del piragüista lituano Jevgenij Shuklin, el palista del Real Club Náutico del Port de Pollença luce en su cuello la única presea que faltaba en su extenso palmarés internacional: el bronce de Londres 2012. Unos Juegos en los que rozó el podio en su debut, siendo cuarto en C1 200 metros. Pero, el paso del tiempo y la aplicación de la normativa antidopaje, le han devuelto a Benavides el premio que tanto buscó y que, cuatro años después, volvió a acariciar en Río 2016.
El homenaje que recibió el pasado sábado Sete por parte de su club, el Náutico del Port de Pollença, tuvo en la proyección de un breve documental sobre la historia de esa medalla olímpica y su trayectoria como palista, uno de sus momentos cumbres. El trabajo audiovisual, realizado por Ugo Fonollá, con guión del periodista José Luis Miró, fue producido por el propio RCNPP, y en el mismo, además de recordarse aquella cita olímpica, se repasan los inicios del piragüista, con los testimonios de personas que le conocen bien, como su entrenador y mentor, Kiko Martín, el que fuera director técnico de la Federación Balear de Piragüismo, José Riudavets, o el propio Sete. Un trabajo que ayuda a entender un poco mejor el sacrificio y el alto coste de un resultado deportivo que ya queda para los anales del deporte balear.