En el velódromo de Galapagar ha vuelto a sonar el apellido Llaneras, y no ha sido de la mano de Joan. Uno de los grandes referentes del ciclismo en pista español y mundial ha conseguido transmitir a su primogénito su pasión por el deporte que le ha hecho una figura de primer nivel internacional. Y en especial en una modalidad ahora no olímpica como la puntuación. En la categoría cadete, el oro y el maillot de campeón nacional ha ido a parar a manos de otro Llaneras, en este caso Pau. Ese niño que, de pequeño, acompañaba en las fotos de celebración de títulos mundiales o medallas olímpicas a su padre, ahora sigue con paso firme el camino trazado por su mentor sobre dos ruedas.
Pau alarga la saga Llaneras, en forma de oro y exhibiendo la clase y seriedad que definieron siempre a Joan. Ganó tres de los cinco últimos esprints para subir a lo más alto del podio, pero sabe bien que además del ciclismo, los estudios son la prioridad.
El manchego Javier Cerezo -hijo también de exciclista- y el mallorquín Joan Martí Bennàssar acompañaron en el podio a Pau, quien hizo sentirse orgulloso a su padre, a uno de los mejores pistards de todos los tiempos.
No fue su única alegría. Logró la plata en persecución por equipos y también ha sido campeón de España de contrarreloj por equipos escolar. Lo lleva Pau en los genes, y en sus piernas está darle continuidad a un apellido de leyenda.