El Mallorca amanece los partidos con una torrija considerable, un estado de atontamiento que reaparece en el tramo final de los encuentros. Esta es la principal conclusión que se puede extraer si dividimos, por cuartos, los goles encajados por el grupo balear en los siete primeros capítulos del curso. De los diez tantos recibidos, seis, es decir el 60%, se han producido en el primer tramo (3 en los primeros 20 minutos) y en el último (3 tantos a partir del minuto 80).
Aunque todavía no se ha cumplido el primer tercio del campeonato, en el seno de la entidad comienza a generarse una corriente de preocupación por la evidente endeblez defensiva que está mostrando el equipo. Más allá de los 10 goles recibidos, la intranquilidad reside en la gran cantidad de ocasiones que crean los rivales, aprovechando esa debilidad en la zaga. Todos los adversarios, todos, han sacado provecho de esa bisoñez que está mostrando el Mallorca en la línea de fondo, principalmente por sus laterales. Sólo el Deportivo, gracias a una actuación notable de Miquel Angel Moyà, y el Numancia han sido incapaces de hurgar en la herida.
Escrutando los goles recibidos, cabe destacar que ha recibido 6 goles antes del descanso y, con la excepción de la remontada en Santander, ha perdido siempre que ha encajado un gol en el primer tiempo. Sucedió en la primera jornada ante el Valencia (encajó 2 en los minutos 34 y 38); frente al Sporting (0-1 en el minuto 12) y el pasado domingo en el Ruiz de Lopera (minutos 1 y 42).