Francisco Àvila|BARCELONA
Con más trabajo que filigrana y enganchado a Leo Messi, el Barcelona debutó en la Champions con una victoria frente al Olympique de Lyon (3-0), en un partido potencialmente peligroso para el ánimo del equipo y de Frank Rijkaard, resuelto en los minutos finales. Messi fue el alfa y el omega de los azulgrana. Protagonizó la jugada que permitió el 1-0 y marcó el segundo a siete minutos del final para finiquitar el partido, antes de darle la alternativa a Bojan Krkic, quien junto a Giovani dos Santos y Gabriel Milito, debutaron en la máxima competición continental. Thierry Henry, que llevaba un año sin marcar un gol en Europa, se estrenó con el 3-0 en el minuto 90.
Después del pobre espectáculo ofrecido por el equipo en los dos desplazamientos ligueros y de que se cuestionara el trabajo de Rijkaard, la reacción del Camp Nou fue tibia, expectante ante el rendimiento del equipo, pero en ningún caso crítica con los suyos.
Siete meses después, volvió la fanfarria de la Champions, y en el ánimo de los aficionados locales muchas ganas de pasar página y de que el equipo volviera a remontar el vuelo, pero para ello, el Barca tenía que dar motivos. Muy pronto la primera certeza: en cuanto Messi, que retornaba al equipo tras su ausencia en Pamplona, tocaba el balón, la aceleración en el juego era evidente, algo que no ocurría con Ronaldinho.
El Olympique de Lyon empezó con ímpetu, pero fue reculando con el paso de los minutos, hasta el punto de que antes del cuarto de hora, sólo Benzema y, esporádicamente Juninho, campaban en la ofensiva lionesa. Eric Abidal fue el más destacado en el ataque local. El lateral, desde la derecha, prolongó continuamente las acciones de Ronaldinho y puso un par de balones sobre el área de Vercoutre en los primeros minutos.
En la primera acción, Henry no llegó a un centro raso, en la segunda, Deco recogió un servicio en la frontal y remató de puntera. Sin conseguir la velocidad de crucero de antaño, sin tener la presencia en el área contraria del pasado, el Barça intentó olvidarse de lo que pudo haber sido e hizo caso a su entrenador para buscar una nueva identidad, con un juego fundamentado en la solidez defensiva y la clarividencia de Messi, su jugador de referencia en la actualidad.
Precisamente el argentino protagonizó, involuntariamente, el 1-0. Una jugada suya, con un centro al área, fue desviado por Clerc y el balón entró en la meta francesa en el minuto 21. Juninho tuvo su oportunidad, en un lanzamiento directo desde 25 metros, la única vez que los de Alain Perrin se acercaron sobre la meta de Valdés en el primer tiempo (m.36).
En la recta final del primer tiempo, el Barça fue perdiendo gas y vivió gracias a Messi. En una jugada iniciada por un robo de balón suyo, la jugada a la contra la continuó Ronaldinho, quien habilitó al argentino dentro del área. El control con el pecho y el recorte sobre Bodmer anunciaban el 2-0, pero Clerc, el jugador que marcó en propia puerta el 1-0, salvó sobre la línea de gol (m.38).
El descanso le fue de perlas a los catalanes. Con más brío volvió a arrinconar a los franceses, de nuevo con Messi de protagonista.