El Mallorca sigue sumando. La pizarra de Manzano no admite confusiones: orden desde atrás, fundamentos defensivos sólidos y salida a la contra. El Atlético se desintegró con la fórmula durante tres cuartas partes del partido. Justo hasta que el técnico jienense retiró a Güiza y dejó a Arango como único faro ofensivo. El grupo de Aguirre aprovechó la cortesía y, con más fe que juego, privó al conjunto isleño de una victoria que ya acariciaba y que le hubiera dejado junto al Real Madrid en el coliderato de la Liga (1-1).
El duelo nació con una actividad frenética para las líneas de fondo. Al minuto, una caída de Agüero dentro del área en una pugna con Navarro, que tocó balón, provocó la primera catarata de chatarra que arrojó la hinchada rojiblanco sobre el colegiado durante toda la noche. Con el estadio chillando, el Mallorca se encontró de repente con una ocasión de oro. Ibagaza sacó su escuadra y trazó un pase milimétrico que le pasó a Perea por encima. Güiza agradeció la cortesía del central colombiano pero, de todas las opciones posibles, escogió la más complicada. Solo ante Leo Franco, que le conoce bien, metió el pie tan debajo del balón que su intento de vaselina salió fuera ante la desesperación de Manzano. Todo eso antes de los primeros minutosÂ… Esa ocasión tirada a la basura encorajinó al Atlético, que apostó por estirar el campo, sobre todo por la izquierda con Simao, y darle a balón a Agüero, el mejor pelotero de este equipo. El Mallorca, con Ibagaza y Pereyra en paralelo y Arango unos metros por detrás de Güiza, se dedicó a taponar todas las vías posibles con la solidaridad de los volantes (Jonás y Tuni) y la concentración de sus centrales. En el guión que entregó Manzano antes del choque había una máxima: aguantar la embestida atlética del primer cuarto de hora. Y así fue. Los de Aguirre asustaron con un disparo de Simao que despejó Moyà y un cabezazo de Pablo. Nada grave.
En el minuto 18, el plan salió perfecto. Un córner mal sacado por el Atlético desembocó en el gol del Mallorca en dos pases y una contra de hemeroteca. Moyà atrapó el balón, se lo envió largo a Jonás con la mano, el argentino prolongó por su carril y metió una rosca enorme a Güiza. El jerezano perdona una vez, pero no dos. Aunque el control le salió largo, estiró la pierna lo suficiente como para driblar a Leo Franco y sellar el 0-1.
El Atleti acusó el mazazo del gol y el Mallorca jugó a placer. Sólido atrás y peligroso al contragolpe. Perfecto. Con los locales noqueados, el grupo de Manzano merodeó la frontera del segundo en otra contra venenosa que Tuni estropeó por su lentitud y por la voracidad de Perea, que se llevó balón y jugador para abortar el peligro.
A la media hora, el balón cayó de nuevo en poder atlético, que jugó sin sentido ni organización. Únicamente los errores del Mallorca, propiciados por las dificultades para salir de la cueva con el balón en los pies, mantenían con vida al Atlético, que selló las dos últimas ocasiones del primer tiempo en las botas de Agüero, con una vaselina que despejó Moyà, y una falta de Maxi al larguero. El equipo bermellón se retiraba al descanso con los deberes hechos y como colíder de la Liga.
En el segundo acto, el Mallorca dio un paso atrás y le entregó campo y balón al Atlético. Los de Manzano se encerraron atrás a la espera de una contra que matara el partido y el grupo colchonero, con más inercia que calidad, gozó de las mejores oportunidades. Pernía quiso cambiar los pitos en aplausos con un chut raso que Moyà envió a córner. De inmediato, Forlán, solo en el segundo palo, remató a las nubes. Aguirre quiso alterar el destino con la entrada de Reyes por Seitaridis. Manzano respondió y metió a Varela por la izquierda para prolongar por ese carril diestro que había dejado vacante el griego. El monólogo atlético fue absoluto y con la intención de oler el cuero, el técnico sacrificó a Güiza para dar entrada a Basinas y situar a Arango como faro ofensivo. Toda una declaración de intenciones que el Atlético aprovechó dos minutos después, en el 77, en un error de Pereyra y un zurdazo cruzado de Pernía, convertido en un extremo más, que batió a Moyà. El Mallorca acabó el partido achicando agua ante la insistencia a trompicones del Atlético. La baja de Piere Webó, por lo visto ayer, es más importante de lo que parece.