Fernando Fernández|PLATEAU DE BEILLE
El de 2004 está siendo el Tour de Paco Mancebo. El abulense ha
sabido asumir a la perfección el papel de protagonista que le han
otorgado José Miguel Echávarri y Eusebio Unzúe y no quiere
marcharse de vacío. Camino de La Mongie ya dejó claro que era su
año. Los Pirineos han acabado de consagrarle como una de las
sensaciones de la ronda gala, pero aún queda buena parte de lo más
complicado. Mancebo, exhausto, casi sin aire, comparecía con el
rostro desfigurado. La quinta posición sabía a mucho, pero él se
exigía más. De todas formas, soñar es gratis y Mancebo tiene
derecho a hacerlo. «No espero ganar la carrera, pero voy a por una
etapa y quiero estar en el podio final. Sé que hay gente más
fuerte, todos van a luchar por esa tercera plaza, pero está a mi
alcance y no quiero renunciar a algo para lo que llevo preparándome
a conciencia», apuntó el corredor abulense minutos después de
cruzar la meta de Plateau de Beille.
El pupilo de Eusebio Unzúe sabe que son «cinco o seis los ciclistas que vamos a estar ahí en la última semana, pero que me tengan en cuenta porque quiero esa tercera posición, sin renunciar a lo que pueda llegar más tarde».
Sobre las evoluciones de una etapa en la que se ha dejado ver en las primeras rampas del Coll d'Agnes, el profesional del Illes Balears tuvo claro desde que empezó el último puerto que «Baso y Armstrong estaban muy sólidos. Se veía que se la jugarían. Y parece que va a ser también así para la general, pero cuidado con otro grupo que venimos por detrás, caso de Sevilla, Ullrich o yo mismo. El primer puesto ya es casi una utopía, pero un mal día puede cambiar la historia de este Tour», significó Mancebo, quien a la vez resaltó que «el ritmo de la etapa fue muy fuerte. En las ascensiones a los puertos se ha rodado a un ritmo machacón, que castiga mucho las piernas tras casi dos semanas de carrera», agregó el ciclista abulense.