Fernando Fernández|OURENSE
El rostro de los jugadores del Drac Inca reflejaba a la conclusión
del tercer encuentro la decepción por la esterilidad de un enorme
esfuerzo. Muchos de ellos no han podido pegar ojo y se preguntaban
con su almohada como testigo qué había podido fallar cuando todo
iba viento en popa. Con la salida del sol, el panorama cambió
radicalmente. La sesión de entrenamiento de ayer y el paso por la
sala de vídeo sirvieron para dar un nuevo enfoque al futuro a corto
plazo. Ahora, en frío, la única obsesión de la plantilla no es otra
que saldar la deuda pendiente y llevar el desenlace del cruce al
Palau. Matías Ibarra volvió a sonreír tras una larga y difícil
noche en vela. El base argentinoha pasado página «porque no hay
tiempo para pensar en otra cosa que en el cuarto partido. Hay que
ir a muerte y estar al cien por cien. Ayer -por el viernes-
volvimos a fallar en una situación equilibrada y ya viene siendo
algo habitual. Lo pagamos muy caro con errores puntuales que nos
llevan a esta situación límite», apunta.
Al mismo tiempo, Ibarra tiene claro que no tendrán una segunda oportunidad. «Hay que matar o morir, a cuarenta minutos en los que vamos a dar la cara. Se les puede ganar, puliendo algunos detalles. Estamos confiados y vamos a jugar el quinto partido», señala el «lata», quien resalta el aspecto psicológico. Ibarra ya sabe lo que es un descenso y no quiere repetir experiencia en su estreno en España. «No se lo aconsejo a nadie y por ello vamos a dejar la vida en la pista», dijo el director de juego. Por su parte, Antonio Bustamante, comparte las sensaciones de Ibarra y añade que «es complicado que ganen tres partidos seguidos. Jugar fuera y con un arbitraje casero no invita al optimismo, pero nos hemos conjurado para superarlo», explicó el sevillano, para el que las claves serán «parar a Bernabé y mantener la intensidad. Hay que ganar como sea, ya no podemos fallar», concluyó la joya del Caja San Fernando.
El destino ha querido que las tres ocasiones en las que el Drac Inca ha tenido que jugarse la vida en las series por la permanencia, lo haya hecho ante equipos gallegos. El primer precedente cabe hallarlo en la temporada 98/99, cuando aún la LEB era una competición cerrada. Pep Miquel Arbúcies tomó el testigo de Jaume Ventura, pero no pudo evitar la intrascendente derrota (1-3) ante Sondeos. En la pasada campaña, el mal menor fue la disputa del «play out» ante el Rosalía de Castro, que pese a ganar el segundo encuentro en el Palau, bajó los brazos en su propia pista y el marcador se repitió, aunque en esta ocasión a favor del Inca. Ahora, la tercera experiencia es ante el Ourense y se vuelve a poner cuesta arriba la serie. Es el momento de la épica remontada o de la revancha gallega.