La tendencia del filial empieza a ser preocupante. Abonado durante toda la primera vuelta al sufrimiento y condenado a vivir permanentemente en el sótano de la liga, el Mallorca B no encuentra argumentos a los que aferrarse y su supervivencia se complica a medida que avanzan las jornadas. Las luces de alarma han incrementado su intensidad a raíz de los últimos resultados -tres derrotas consecutivas y sólo un triunfo en ocho encuentros-, pero pocas cosas parecen cambiar en el seno del equipo. Y es que con todo un armazón por estrenar, el once balear sigue sin cogerle el pulso a la categoría y delata una inevitable necesidad de adquirir refuerzos. En una situación como la que le ha correspondido vivir al filial existen siempre varios posibles factores a los que achacar la responsabilidad de la caída. Dejando a un lado los aspectos meramente deportivos -bajas por lesiones, expulsiones, sanciones...- el conjunto de Cazorla padece una alarmante falta de experiencia y oficio que parece agravarse al ritmo de la competición. El club ha optado este año por apretarse el cinturón y ha intentado salir del paso concediendole todo el peso del equipo a un grupo de jugadores armados de calidad y con un futuro prometedor, pero no contaba con que el fútbol -y más en este tipo de categorías- se rige por una serie de aspectos que no son facilmente controlables.
De esta forma, el filial se asoma a la segunda parte del campeonato con la misma precariedad que presentaba en el mes de septiembre y su futuro peligra más que nunca. Sobre todo si se tiene en cuenta que en las dos últimas temporadas el plantel se salvó en la última jornada pese a contar con jugadores mucho más rodados como es el caso de Viale, Raúl Martín o el propio Tuni. Este año y con una plantilla de escasa longitud -sólo dispone de 19 fichas contando tres juveniles- su futuro está bañado en pesimismo. Pese a la tormenta, Toni Cazorla mantiene el tipo y confía plenamente en sus posibilidades. El técnico tiene claro que todo se debe a un «problema de estructura», pero mantiene su discurso comedido y está dispuesto a trabajar con lo que tiene para buscar la salvación. Acata en todo momento la línea de actuación del club y aunque aún no ha reclamado ninguna incorporación -al menos publicamente- sabe que con los elementos que dispone deberá trabajar a un nivel de exigencia muy elevado para obtener los frutos que anda buscando.
Cazorla reconoce que en «anteriores temporadas la base era más sólida. Este curso en cambio, hemos bajado dos años la media de edad (19,5) y hemos tenido que recurrir a jugadores como César o Chus que están todavía en su segundo año como juveniles. Es imposible tirar de más abajo», recuerda. «Hay muy buenos futbolistas, pero con la juventud hay que tener mucho cuidado. Estoy contento con ellos porque cuando uno alcanza su máximo nivel no se le puede exigir nada más». El filial está pendiente ahora de incorporar a algún futbolista aprovechando el mercado invernal, pero la entidad no parece estar muy dispuesta a realizar una gran inversión. Cazorla está a la espera de poder contar con el argentino Luciano, que ha entrenado con el grupo el último año y medio, pero al que las trabas burocráticas impiden por el momento su inscripción. A quien también se ha dirigido recientemente el club es a Elías (Logroñes), que el año pasado ya vistiera le elástica del segundo equipo rojillo. El jugador desea aclarar su futuro cuanto antes ya que no se encuentra a gusto en el conjunto riojano y cree que sería «un placer» regresar a Palma porque aquí pasó «grandes momentos». Esta semana debería haber novedades.