José Antonio Lladós|MADRID
El Real Madrid se enfrentará hoy al Partizan en Belgrado en busca
de su cuarto triunfo consecutivo dentro del grupo F, lo que le
otorgaría el pase automático a los octavos de final de la Liga de
Campeones. No es Belgrado una plaza históricamente propicia para el
Real Madrid ni para los clubes españoles. Nunca ha ganado en la
capital serbia, pero hasta un punto le valdría al equipo de Carlos
Queiroz siempre que el Oporto venza al Marsella. El hecho de
asegurar el billete de la siguiente eliminatoria, algo que tiene
más que encarrilado, sería un tremendo alivio para el bloque de
titulares, saturados de partidos en lo que va de temporada, que
podrían descansar y tomarse a título de inventario los dos
siguientes encuentros contra el Oporto, en el Bernabéu, y el
Marsella, en el Velódromo.
Por contra, el Partizan de Lothar Matthaeus se juega las pocas opciones que le quedan para aspirar a la segunda plaza. Una derrota significaría su despedida de la competición y le complicaría incluso la lucha por la tercera posición, que da acceso a la Copa de la UEFA. Por ello, Matthaeus ha trabajado intensamente en el aspecto psicológico con sus hombres. Les ha tratado de convencer de que son perfectamente capaces de superar a los 'galácticos'. De hecho, en el Santiago Bernabéu el cuadro serbio estuvo cerca de dar la sorpresa y de arrancar un punto en una buena segunda mitad.
Ese convencimiento que le faltó a sus hombres en la primera parte, en la que marcó el tanto del triunfo Raúl González, es el que busca Matthaeus ante su fervorosa afición, para el que este es el gran partido en muchos años.
Queiroz no quiere sorpresas. La intención es sentenciar la clasificación cuanto antes. Por ello, tratará que su equipo funcione como tal y tenga actuaciones como las de Vigo u Oporto, en las que destacó su solvencia atrás y su pegada en ataque. El Partizan tiene que arriesgar bastante más que en Madrid, buscar de manera más decidida el ataque, y el conjunto madridista dispondrá de espacios para la salida de Ronaldo, Raúl, Figo, Zidane y compañía. El delantero brasileño recuperó su olfato goleador ante el Athletic y además jugó los 90 minutos. La afición se tranquilizó con el 'regreso del fenómeno', pero no olvidó el estallido de un Iker Casillas inconmensurable que espera tener menos trabajo en Belgrado que el sábado.