Jorge Muñoz|VALENCIA
El proyecto deportivo más ambicioso de la temporada en el
baloncesto español, avalado por la primera posición de la Liga y un
puesto en los cuartos de final de la Copa ULEB, ha convertido al
Pamesa Valencia en la mayor amenaza que jamás se haya cernido sobre
los singulares mitos levantados en torno a la Copa del Rey de
baloncesto. El conjunto valenciano, vanguardia de la ACB al cabo de
veinte jornadas, acoge la vigésima edición copera de la Asociación
de Clubes con todos los pronunciamientos para romper moldes que
constituyen el emblema de la propia competición, una fabrica de
sueños imposibles acostumbrada a derrumbar las ilusiones de
favoritos, anfitriones y líderes en favor de equipos con menos
adornos.
Desde el primer certamen impulsado por la ACB, en Zaragoza 84, el título sólo ha terminado en manos del equipo local en dos ocasiones. Una de ellas, precisamente, en esa edición zaragozana del estreno, dominada por el CAI. La otra, en el año 2000, rubricada con el triunfo del Tau Vitoria frente a su fiel afición. La maldición de los anfitriones ha crecido en paralelo a otro curioso fenómeno que se ha materializado a costa de los sucesivos campeones, incapaces de encadenar dos títulos seguidos. Salvo el Barcelona, vencedor en Tenerife 87 y Valladolid 88, y el Real Madrid, coronado sucesivamente en el 85 y el 86, ningún otro equipo ha podido repetir éxito dos temporadas seguidas en una competición que cada vez aporta mayores sorpresas.
Agarrada a esos dos grandes axiomas, la Copa del Rey ha encumbrado a nueve campeones diferentes bajo la tutela de la ACB: Barcelona -cinco títulos-, Real Madrid -cuatro-, Zaragoza -dos-, Estudiantes -dos-, TDK Manresa -uno-, Joventut -uno-, Pamesa -uno- y Tau Vitoria -tres-. Pues bien, la cita de esta temporada en el Pabellón de la Fuente de San Luis, un excelente recinto con capacidad para 9.000 espectadores, ha dado la espalda a esas leyes no escritas que la Copa ha construido a lo largo de dos décadas por obra y gracia del Pamesa Valencia.
El equipo de Paco Olmos, un técnico debutante en la competición profesional, ha demostrado tanta solvencia que pocos dudan de su condición de favorito, mejor dicho, de gran favorito, para revalidar el único título que, por ahora, ha ganado dentro de la elite, hace ya seis años, en Valladolid 98. Su baloncesto ha convencido a todos, incluidos los técnicos de sus rivales. Una encuesta de la ACB entre los entrenadores de los diez equipos que no participan en el torneo, a quienes se ha sumado el seleccionador nacional, Moncho López, confirma el dato: ocho de los once encuestados señalan al Pamesa como campeón.
El pronóstico adquiere la dimensión que merece al repasar la nómina de candidatos: Barcelona, Real Madrid, Estudiantes, Tau Vitoria, Unicaja, Joventut y Auna Canarias. Entre otras cosas porque entre ellos figura la plantilla que mayor respeto infunde en el baloncesto continental, la barcelonista, llamada a la conquista de la Euroliga en la Final a Cuatro del Palau Sant Jordi de la mano del yugoslavo Dejan Bodiroga, el lituano Sarunas Jasikevicius, el técnico campeón del mundo, Svetislav Pesic, y su extensa nómina de estrellas.