70 LLOBREGAT CC: Berbois (15), Dies (13), Galán (6), Segado (9), Berenguer (15) "cinco inicial", David Martínez (8), Linares (0), Díez (0), Cabeza (2) y Miller (2).
18 de 40 en tiros de 2 puntos. 5 de 14 en tiros de 3 puntos. 19 de 29 en tiros libres. 33 rebotes. 15 faltas personales.
68 DRAC INCA: Grimau (4), Navalón (21), Villar (5), Alzamora (14), Stuckey (20) "cinco inicial", Puyada (2), Richardson (0), Bordas (2) y Carrasco (0).
25 de 46 en tiros de 2 puntos. 3 de20 en tiros de 3 puntos. 9 de 14 en tiros libres. 35 rebotes. 29 faltas personales.
Àrbitros: J.A. Pagán y C. García. Excluyeron por cinco faltas personales a Grimau, Alzamora y Stuckey. Sancionaron con una falta técnica a Berenguer.
ALBERT ORFILA. ENVIADO ESPECIAL A BARCELONA.
Llobregat representaba algo más que un partido de baloncesto. Marcaba el inicio real de la revolución; de una nueva forma de vida y debía exponer los primeros datos fiables de la regeneración que ha implicado la llegada de Oliete. Avalado por un verano ascendente, el grupo balear alcanzaba su primera cita con la carga de adrenalina que sólo aporta la competición. De hecho, todo lo que había ofrecido hasta el momento no dejaba de ser pasto de laboratorio, materia experimental sin efecto aritmético alguno sobre el presente y futuro.
Por razones que se escapan a cualquier lógica, el reencuentro del Drac Inca con escenario que premia y castiga méritos resultó un auténtico fraude desde cualquier punto de vista. Una cancha impropia de la LEB y un arbitraje marciano que transportaron al cuadro mallorquín hasta la más absoluta confusión. Llobregat ofreció un repertorio paupérrimo. De hecho, hizo muy pocas cosas bien, pero dispuso de un sustento adicional que le mantuvo a flote durante todo el primer acto. Consumidos dieciocho minutos de partido, el Llobregat sólo había sido sancionado con dos faltas personales por catorce del Inca.
Pese a las estridencias arbitrales, el cuadro balear fue quien mandó siempre en el marcador. Nunca llegó a administrar ventajas determinantes, pero su gobierno fue totalmente tangible. Siempre por delante, aunque durante todo el segundo cuarto notando el aliento del Llobregat CC en el cogote.