Emilio de la Cámara regresó a casa sin saber el revuelo que había montado. El atleta mallorquín, que ha hecho historia en los Mundiales de Brisbane logrando tres títulos, fue recibido en honor de multitudes por familiares y amigos en Son Sant Joan, un reconocimiento a un trabajo colosal que sólo el extremo cansacio logró recortar.
Todo empezó en la modalidad en la que ha sido y es el dominador a nivel del planeta. En cross country, De la Cámara era el hombre a vigilar como vigente bicampeón. No falló, y trazaba la primera parte de una senda de gloria. El siguiente episodio bañado en oro lo protagonizó en los 5.000 metros, repitiendo en los 10.000. No sólo en el campo a través se rendían los rivales ante la supremacía de Emilio. En la pista, la capacidad de esfuerzo del balear rompía esquemas, moldes y pronósticos.
Tres medallas de oro lucía Emilio, una marca inédita en los Mundiales de veteranos, aunque no es el único tesoro que llega a Mallorca desde las Antípodas. Manuel Blanco, que llegó también en la tarde de ayer, logró una plata en 400 metros vallas que no debe ni mucho menos desmerecerse. Emilio se mostraba orgulloso «pues he mejorado lo de hace dos años, aunque podía haber logrado algo más. Sin lugar a dudas, la prueba de cross country, pues defendía el oro y el representante de Nueva Zelanda. Me preparé mucho y a conciencia, pues se requiere de mucha concentración y esfuerzo», declaró.
Sólo el extremo cansacio frenó a De la Cámara, que al final optó por no disputar los 1.500 metros y los 3.000 vallas, pues prefirió «no forzar y quedarme con el buen sabor de boca de las tres medallas de oro», apuntó el deportista que, escoltado por Toni Piña y Sebastià Adrover, se preparaba para vivir una emoción más fuerte si cabe, la que suponía en reencuentro con los suyos.