59 BÀSQUET MURO (35+24): Jesús García (13), Guillem Coll (3), Pampín (21), Víctor Fernández (8), David Polo (2) "cinco inicial", Cantarellas (0), Uría (3), Mateu (7), Ramis (0) y Castilla (2).
74 FIGUERES (43+31):Trías (16), Roig (4), Verdaguer (2), Tarres (8), E.Vallmajó (10) "cinco inicial", Luque (7), López (0), Prieto (2), Oliveras (16) y J.Vallmajó (7).
Àrbitros: Sánchez y Gil. Excluyeron por cinco faltas personales a Mateu (Bàsquet Muro).
Incidencias: Palau d'Esports de Figueres. Tercera y última jornada de la fase de ascenso a Liga EBA. Al término del encuentro que disputaron Alella y Cornellà se realizó la protocolaria entrega de trofeos. Cornellà se proclamó campeón y el Figueres segundo.
ALBERT ORFILA
Bàsquet Muro acabó de mala manera su aciago trayecto en la fase de ascenso a Liga EBA. Con el depósito vacio y anímicamente roto, el grupo de Manolo García fue presa fácil para el anfitrión Figueres. De hecho, el partido se inclinó a las primeras de cambio y durante casi todas sus fases fue un monólogo catalán. Nadie en el Muro estaba para un tercer partido. Si cuesta levantarse de una derrota cosida en el último segundo, hacerlo dos veces es casi imposible.
En apenas tres días, el cuadro mallorquín ha sido un cúmulo de desgracias, una extraña prolongación de lo que le había ocurrido durante la temporada. Independientemente de la crueldad que adoptaron los finales de sus dos primeros encuentros, David Polo se rompió el menisco en el partido inaugural, ante el Alella, y ayer Guillem Coll sufrió un golpe en las costillas que le impidió acabar el duelo. El Figueres, que se jugaba el ingreso en la EBA, no tuvo reparo alguno en pasar por encima de un Bàsquet Muro que languidecía por momentos.
Al descanso, la función ya estaba inclinada (35-43), aunque el empeño de Javier Pampín y Jesús García por redactar un epílogo digno evitó que la herida se agrandara. Trías, una de las grandes promesas de la cantera del Girona, Oliveras y Vallmajó fueron los tres principales argumentos de desequilibrio. Casi nadie pudo con ellos y en la apertura del tercer cuarto el encuentro había adoptado un carácter anecdótico. Bàsquet Muro nunca bajó los brazos, pero faltaba tanta fuerza como convicción.