70 BÀSQUET INCA: Chambers (11), Yáñez (4), Merino (7), Monclova (17), Rubchenko (18), "cinco inicial" Roure (7) y Gonzalo Fernández (6).
17 de 30 en tiros de dos puntos, 4 de 13 en triples y 24 de 28 en tiros libres. 19 rebotes (14 defensivos y 5 ofensivos). 15 faltas personales.
68 BADAJOZ CAJA RURAL: Jiménez (0), Franco (3), Martínez (6), Sims (26), Delaney (19), "cinco inicial" Fernández (8), Arrocha (5), Ferrer (0), Ayuso (1) y Sánchez (0).
23 de 41 en tiros de dos puntos, 4 de 9 en triples y 10 de 17 en tiros libres. 24 rebotes (17 defensivos y 7 ofensivos). 26 faltas personales.
Àrbitros: Morales (Colegio Andaluz) y González (Colegio Asturiano). Sin eliminados.
Marcadores parciales:(22-22), (37-35), "descanso" (57-50) y (70-68) "final".
FERNANDO FERNÀNDEZ
El Bàsquet Inca se abona al suspense y firma su tercer final de infarto en el Palau. Tomando el relevo de Felipe García y Rafa Monclova, Luis Merino fue el escogido. El hombre que cuenta sus actuaciones en LEB por ascensos cogió de forma decidida el balón, encaró el aro, y, con decisión, convirtió la canasta que hizo enloquecer al Palau, y otorgaba la octava victoria a los del Raiguer.
Mucho le costó a Bàsquet Inca deshacerse de un conjunto marcado por el sello de Martín Fariñas. Sims y Delaney acampaban a sus anchas por la zona inquense, y Ayuso hacía bien su trabajo, facilitando la labor al tándem estadounidense. Mientras, Monclova dirigía magistralmente a los suyos, y Chambers buscaba una orientación en la pista.
La igualdad fue la nota dominante hasta que llegó el descanso. Paco Olmos no hallaba la fórmula y el equipo se atascaba ante un rival que plantaba cara, pese a luchar codo a codo con los destinados a habitar en el sótano de la Liga. Pero el fatídico tercer cuarto "o al menos lo fue ante el Sondeos" marcó un punto de inflexión. El cansancio pasaba factura en el bando pacense, y Fariñas "el hombre que privó a Mallorca de la ACB" tiraba del banquillo. La apuesta no funcionaba, Delaney y Sims estaban en reserva, y Monclova tomaba el mando de un Bàsquet Inca que se hacía con el ritmo del partido.
La franja psicológica de los diez puntos era una realidad a medida que avanzaba el último asalto. Bàsquet Inca jugaba como sabía, y todo hacía indicar que el plan tendría un final feliz. Pero el fantasma del final incoherente volvía a planear sobre el Palau. Cuando el reloj iniciaba la cuenta atrás hacia el último minuto, el miedo escénico cubría de incertidumbre a una grada y a un banquillo que ya sabían de qué iba esa historia. Badajoz hacía posible lo que pocos daban por factible (66-66) y la patata caliente estaba en manos de un cardíaco Bàsquet Inca.
Era la hora de las pizarras. Olmos y Fariñas trazaron con su rotulador el camino hacia la gloria o el fracaso. Y Luis Merino se encargó de convertir en realidad lo que ese dibujo quería explicar. Con la sangre fría que caracteriza a un tirador o a un hombre franquicia, el ex de Gijón desafiaba al crono y la bocina con un lanzamiento capaz de provocar la ruidosa reacción de la afición inquense, acostumbrada a un frenético último minuto, para bien o para mal, aunque, y por fortuna, más para lo primero.