Otra vez será. La afición merecía el título pero de nuevo, la suerte dio la espalda al Mallorca y frustró las aspiraciones de unos seguidores que soñaban despiertos con la Recopa. Al final, no pudo ser. Los miles de mallorquinistas que siguieron con el corazón en un puño el desenlace del partido se volvieron a encontrar con una derrota inesperada. Y es que el fútbol no es una ciencia exacta. No siempre gana el mejor y la afición lo sabe. Por eso estuvo con su equipo.
Tras los noventa minutos de partido, muchos hinchas que presenciaron la debacle en Son Moix partieron de inmediato para estar en cuerpo y alma con sus jugadores y llenaron de color una plaza húmedecida por la intensa lluvia caída a lo largo de la noche.
El 2-1 dolió pero no amilanó a los centenares de seguidores bermellones que tras el choque no olvidaron su cita con las tortugas. A pesar de todo, había que estar allí. Y muchos estuvieron. Bufanda al cuello, bandera en mano y camiseta roja al pecho, la afición del Mallorca fue paseando su orgullo para con los heroes de Birmingham por una Plaza, la de las Tortugas que parecía la del campeón. Todos celebraban lo conseguido, un sub-campeonato europeo, único en los 83 años de historia del Real Mallorca. ¿Qué más se puede pedir a un equipo con casta pero sin suerte? No era noche de lamentos. Al contrario, era hora de rendir un merecido homenaje a todo el plantel mallorquinista. Y a fe que se le rindió.