La suiza Martina Hingis tiene una pista de «rebound ace» en su casa de Trubbach, quizás eso explique su gran facilidad para comenzar las tres últimas temporadas ganando el Abierto de Australia, el único Grand Slam que se disputa en este tipo de superficie y que ella calificó como su «territorio».
Hingis ganó por tercera vez el título individual en Melbourne al derrotar a la francesa Amelie Mauresmo, por 6-2 y 6-3 en una hora y siete minutos, y convertirse en la auténtica reina de Australia, donde lleva logrados seis galardones, tres en dobles y tres individuales en tres años consecutivos. En su todavía corta carrera ha coleccionado cinco grandes, tres Abiertos de Australia, un Wimbledon y un US Open. Sólo Roland Garros se le resiste. La previsible batalla final entre Hingis y Mauresmo, ésta última la gran sensación de esta edición, quedó destruida por el genial juego de la suiza. Hingis dominó por completo a su adversaria y lejos de intimidarse por sus músculos como otras jugadoras, o por sus geniales golpes de revés, Martina impuso su gran experiencia.