El nuevo estadio olímpico de Tokio ha sido inaugurado este domingo 15 de diciembre, siete meses antes de que comiencen los juegos, y quedó listo para que sea estrenado este primero de enero con la final de la Copa del Emperador de fútbol.
Con una capacidad para 68.000 personas y detalles que destacan el gusto nipón por la naturaleza, el estadio quedó inaugurado por el primer ministro japonés, Shinzo Abe, tres años después de comenzara su construcción.
La obra costó 156.900 millones de yenes (1.290 millones de euros/1.435 millones de dólares), ligeramente por debajo del presupuesto aprobado y después de que se desechara el original por su coste excesivo.
El recinto deportivo «dejará una marca en la historia», afirmó Abe en la inauguración, a la que asistió, entre otros, el arquitecto responsable de la obra, Kengo Kuma.
El estadio está levantado sobre el espacio que ocupaba antes el estadio que fue utilizado para los Juegos Olímpicos de 1964. Será sede del atletismo y de las ceremonias de inauguración y cierre de los Juegos Olímpicos, que comenzarán el próximo 24 de julio.
En un recorrido ofrecido a los periodistas por los responsables de la construcción se destacó el énfasis medioambiental y la apuesta por la naturaleza que se ha querido dar al recinto.
Los asientos de las gradas, por ejemplo, están pintados con cinco colores, con una distribución aleatoria, destacando el marrón en las primeras filas, el verde en las del medio y el blanco en las finales, para emular la imagen de un bosque.
El primer nivel de las gradas tiene una inclinación de 20 grados, el del medio de 29 y el último de 34, creando así la sensación de un una atmósfera envolvente.
El techo está sujetado con vigas de acero, pero también de madera, traída de todos los rincones del país y que es el elemento principal de la arquitectura tradicional japonesa.
Las vigas cruzadas del techo y el círculo central descubierto, así como la progresiva inclinación de las gradas, dan la sensación de que los espectadores están dentro de un enorme nido.
Se están plantando decenas de miles de árboles en el espacio que rodea el estadio y los pasillos exteriores están regados con plantas, para reforzar el deseo del arquitecto de que en la obra destaque la madera y el verde para buscar la sensación de un «árbol viviente».Los detalles incluyen también en el perímetro exterior socarrenes que asemejan los aleros de los tejados de las casas niponas.
Como una de las señales de su apuesta medioambiental, el estadio olímpico tokiota recogerá el agua de lluvia para que sea utilizada en la irrigación del césped central y de las plantas y los árboles del recinto.
La construcción sufrió un retraso respecto a las fechas programadas inicialmente porque el proyecto original, un extravagante diseño de la arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid, fue desechado por su coste excesivo.
El relevo lo tomó Kengo Kuma, responsable de obras como el Museo de Arte de la Prefectura de Nagasaki, que buscó una apariencia más austera y fiel al gusto nipón por la naturaleza.
El estadio inaugurado hoy será estrenado el primero de enero próximo con la final de la 99 edición de la Copa del Emperador, un torneo de fútbol cuyas semifinales se disputarán el próximo fin de semana.
Uno de los equipos que compiten en esa fase es el Vissel Kobe de los jugadores españoles Andrés Iniesta y David Villa.