Desconoce cuantos partidos de fútbol base habrá visto a lo largo de su vida pero «seguro que son más de 5.000». Su escuela ha sido «la vida» porque con 8 o 9 años ya empezó a trabajar como camarero en una cafetería. Nacido en la localidad granadina de Dehesas Viejas el 16 de marzo de 1955, Antonio Barea Martín se siente mallorquín. Aquí nacieron sus hijas Lidia y Mari Carmen y aquí celebró sus Bodas de Oro -lleva 53 años casado- con María del Carmen Domínguez. Llegó a la Isla con apenas siete años a comienzos de los 60 junto a sus padres Antonio y María Rosa.
Siendo apenas un niño comenzó a buscarse la vida y pronto entró en el mundo de la hostelería. La coctelería le ha reportado premios (24 veces campeón de Baleares), también presidió la Asociación de Barmans y en el fútbol ha cumplido su sueño. Después de 33 años como seleccionador balear alevín, Toni Barea emprenderá una nueva labor en la FFIB como responsable de las Comarcales de Balears junto al coordinador Miguel Beltrán.
«Creo que ha llegado el momento de afrontar otro reto. Me lo comentó Jordi Horrach y he aceptado. Sebastián Palmer estará en la zona de Tramuntana, Pedro del Barco, con el cadete, y Javi Sánchez serán los seleccionadores de las comarcales y yo estará de supervisor y mientras haré de enlace con el nuevo seleccionador sub-12 que designen», subraya Barea en su encuentro con Ultima Hora en Son Malferit.
El técnico se muestra agradecido a todos los presidentes de la federación: «Ahora estoy a las órdenes de Jordi Horrach. Fui fiel con Borrás del Barrio, con Bestard, Con Pep Sansó y ahora está Jordi. El fútbol balear tiene que estar dirigido por una persona que entiende de fútbol y Horrach ha sido jugador, entrenador, directivo... es abogado y se ha rodeado de gente preparada y profesional».
A pesar de nacer en Granada, Barea se siente mallorquín. «Aquí empecé jugando con el Son Gotleu y La Estrella, después me fui al Son Roca. Jugué doce años en el Marratxí y el último me fui a Sóller. Después ya comencé a trabajar en el Casino y dejé el fútbol. Me he tirado 53 años en el mundo de los barmans... En mi vida tengo cuatro pasiones: mi trabajo, mi familia, el fútbol y la coctelería».
El fútbol es «mi hobby, mi pasión. Nunca he cobrado ni un euro. Lo hago gratis desde que empecé en la Federación Balear en 1992 de la mano de López Lacal. Fui ayudante de Bestard en el cadete durante doce años. Recuerdo que en 1999 fuimos campeones de España alevín en Badajoz con Juan Carlos Sánchez, Martí Crespí, Bernat Alomar, Juan Oller... De Alomar me decían los seleccionadores que era el mejor centrocampista del mundo. De hecho Cesc Fábregas era su reserva... pero en el fútbol tienes que tener la cabeza bien centrada y sobre todo cuidarte», aclara Barea, que recalca las claves que pueden ayudar a un niño a cumplir con su sueño. «Hay que tener un compromiso contigo mismo y con los compañeros; orden, disciplina y sobre todo humildad. Es importante el talento, la calidad técnica, ser buen lanzador de faltas, pero prefiero un jugador que me dé siempre un 7 o un 8 y sea humilde o otro que me da un 10 pero te mira por encima del hombro. A esos no los quiero».
El entrenador aconseja a los entrenadores de alevines o infantiles que «no hablen mucho a los niños» y a los padres, que son el peor problema del fútbol base, que «dejen a sus hijos disfrutar. Aquí apenas el 0,25% llegarán a ser profesionales».
Barea recuerda con emoción a todos los niños que a lo largo de estos años ha citado con apenas once o doce años. Cerca de 200 han militado en Primera, Segunda o Primera RFEF y otros se quedaron a las puertas. «Hay tres que pensaba que iban a llegar y se quedaron: Toni Coll, de Lloseta, que estuvo en el Barcelona; Bernat Alomar, que podía haber sido un jugador de Primera División y César Collado, que fue internacional con la selección española. También Serafín, que era un banda buenísimo... Dani Benítez, extraordinario.
El mejor jugador que yo he tenido era Albert Riera, con una zurda y una planta extraordinaria». La lista es interminable. «En el año 2000 fuimos campeones de España con Miquel Ángel Moyà e Iván Ramis. Con esa remesa, ya con Santi Miralles en 2002, también salimos campeones... Todos estos resultados han llegado fruto del trabajo de los diferentes equipos técnicos y sobre todo de los jugadores, que han captado nuestras ideas».
Toni Barea no tiene una clave para convocar a un niño aunque se fija en muchos aspectos. «Lo primero es que nunca he convocado a ningún chaval que yo no haya visto en persona. Me fijo en cómo le pega de rosca, en cómo pone el pie de apoyo a la hora de lanzar una falta, en si tiene pasión en el calentamiento porque esa es la clave. Si tu no calientas bien es porque no tienes esa pasión que necesitas para ser jugador de fútbol», apunta.
Monchu y Marco Asensio «me impresionaron. A Monchu lo entrené con 4 años en la escoleta del Cide y hacía cosas que no había visto en la vida. A Asensio le hice un informe cuando tenía 9 años y el primer día que lo vi metió 3 goles de córner, de rosca. Una cosa extraordinaria. En 2008 fuimos subcampeones de España y en el 2014 murió su madre. Le dije que tenía muchas condiciones para llegar. Es muy buen chico. También me impresionó Luka Romero, al que llevé a la selección alevín cuando era todavía benjamín pero tenía una clase tremenda. Vino con nosotros a Murcia junto con Obrador, que ahora está en el Deportivo».
Barea tiene anotados en su cuaderno a unos «194 jugadores que han militado en Primera, Segunda o Primera RFEF. Más allá de la satisfacción personal, me quedo con la relación que tengo con ellos. Me he preocupado cuando han estado lesionados y ellos me hacen regalos. El fútbol es mi pasión, mi vía de escape. Estoy muy agradecido a mi mujer y a mis hijas porque he sacrificado muchos ratos por ir a ver fútbol todos los fines de semana. He cumplido con mi sueño de ser seleccionador. Se lo debo a Miquel Bestard, que gracias a él estuve con la selección española en el Mundial, y a todos los que han estado. Ahora está Jordi Horrach, que conmigo se ha portado muy bien siempre y le deseo todo lo mejor».
Antonio Barea renunció a ser ojeador del Madrid o del Barcelona porque «un niño de 12 años tiene que estar con su familia, con su entorno, porque necesitan un abrazo en un momento determinado». También tiene palabras de reconocimiento para Chus Tamurejo «que hizo mucho por el crecimiento del fútbol femenino» y ahora que llega el momento de decir adiós a la selección alevín se queda con el cariño de «esos niños que ahora son profesionales y que no se olvidan de mí. Ya es hora de dar un paso al lado, le agradezco a Jordi Horrach que me mantenga en las Comarcales y seguro que la FFIB seguirá creciendo», sentencia Toni Barea, el cazatalentos.