La llegada de Miquel Bestard (Bunyola, 9-11-1942) a la presidencia de la Federació de Futbol de les Illes Balears (FFIB) se produjo tras un final convulso del mandato de Borrás del Barrio, que fue inhabilitado por el Govern, y el posterior gobierno de una junta gestora. Sus casi 20 años de mandato -fue proclamado en octubre de 2004- han supuesto un importante legado para el balompié isleño, que en su asamblea de este sábado ha despedido con honores, sobre todo, a un hombre del fútbol que ha coleccionado multitud de distinciones en reconocimiento a su compromiso y gestión.
El lema 'Junts feim futbol' ha sido su bandera desde que asumió la presidencia. Miquel Bestard, capaz de recorrer multitud de kilómetros cada fin de semana para estar presente en todos los campos que podía, siempre ha hecho gala de su cercanía. Como jugador, entrenador, seleccionador y presidente del comité de entrenadores acumuló toda la experiencia sobre el terreno para posteriormente tener la sensibilidad necesaria para responder a las necesidades de los clubes y los diferentes colectivos como presidente.
Unir a todos los estamentos y modernizar la FFIB en todos los sentidos, sobre todo el tecnológico, fueron sus primeros retos. Abrió las puertas de la federación, a la que le gustaba llamar la casa de todos, y abogó por la transparencia para contribuir a la pacificación. Sus elecciones fueron sin oposición y por mayoría absoluta alcanzando el objetivo de la unanimidad en el grueso de sus decisiones. El legado más visible de Miquel Bestard será la nueva sede de la FFIB en Son Malferit que abrió sus puertas en 2015, aunque otro de los que se siente más orgulloso es por el hecho de haber doblado el número de federados pasando de los 14.000 de principios de siglo a los cerca de 28.000 de la actualidad.
Siempre dispuesto a responder al teléfono, su capacidad de diálogo se ha hecho patente con las instituciones en cualquier iniciativa que favoreciera el fútbol y que fomentara los valores que emanan de él, pero también ha servido para tender puentes en enfrentamientos y para que las Islas ganaran peso en el ámbito nacional. Tras apoyar a Mateu Alemany en 2007 en su intento por propiciar un relevo en la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Miquel Bestard recondujo las relaciones con Ángel María Villar y se convirtió en vicepresidente segundo del organismo con la llegada de Luis Rubiales, al que llegó a suplir durante el período de comicios que demandaba una gestora al frente. Otro de los momentos destacados de su mandato es el hito que supuso la paralización de la actividad durante un fin de semana por la violencia contra los árbitros. La lucha contra la violencia ha sido uno de los caballos de batalla de Miquel Bestard en sus últimos años de gestión.
La labor de Miquel Bestard por el fútbol y al frente de la FFIB le llevó a recibir el Cornelius Atticus, la máxima distinción deportiva que otorga el Govern. Además de dar nombre al campo de su Bunyola natal, múltiples reconocimientos jalonan su hoja de servicios, en especial, la medalla de oro de la RFEF. Las insignias de oro del Ajuntament de Bunyola en 2013, el Palma Futsal en 2016 o el Atlético Baleares en 2011 son algunos de los premios que ha coleccionado el dirigente que dio forma a la Gran Gala del Fútbol Balear para reconocer año tras año al pasado, presente y futuro del balompié isleño.