La Policía Nacional ha deportado a Argentina a Maxi Mazzaro, uno de los cabecillas de los ultras de Boca Juniors detectado en Madrid y que ya está camino del país sudamericano.
Según han informado a Efe fuentes de este cuerpo de seguridad, se le detectó dentro del dispositivo puesto en marcha para garantizar la seguridad del partido de vuelta de la Copa Libertadores que se celebrará el próximo domingo en Madrid.
A Mazzaro se le identificó el miércoles por la noche y se procedió a devolverlo a su país, ya que está considerado, según la Policía, como uno de los «barra brava» (ultras) más «significativos y peligrosos» y cuenta además con una larga lista de antecedentes penales.
Maxi Mazzaro es un integrante violento de la facción disidente de La 12, la barra brava de Boca. En 2013, tras seis meses prófugo, fue procesado y acusado como supuesto partícipe necesario del homicidio de Ernesto Cirino, en el barrio de Liniers el 29 de agosto de 2011.
Mazzaro estuvo un año y medio preso hasta que en 2014 fue absuelto junto a Mauro Martín, uno de los dos jefes actuales de la barra brava de Boca.
El otro jefe de La 12, Rafael di Zeo, obtuvo este miércoles de un juzgado de Buenos Aires el permiso para viajar a España, aunque tiene «derecho de admisión», la prohibición argentina de acceder al estadio.
El dispositivo policial previsto para el partido, que se celebrará a las 20.30 horas entre River Plate y Boca Juniors en el estadio madrileño Santiago Bernabéu, comprende la división de un tramo del Paseo de la Castellana, en el eje sur-norte de la ciudad, en dos zonas para separar a los hinchas de ambos equipos.
Estos dos tramos estarán fuertemente protegidos y cortados al tráfico desde primera hora del domingo. Al norte, en la plaza de Cuzco, se instalará a las nueve de la mañana la zona para la hinchada de los aficionados de River Plate. Mientras, a dos kilómetros de distancia, la de Boca Juniors se agrupará a la misma hora en el cruce del Paseo de la Castellana con la calle Raimundo Fernández Villaverde.
Entre uno y otro punto se desplegarán agentes con el objetivo de que los aficionados de ambos clubes no puedan entrar en contacto. Ambas hinchadas estarán a la misma distancia del Santiago Bernabéu, adonde serán conducidas con antelación para controlar el acceso.
El control de la entrada al campo es otro de los asuntos «calientes» para evitar incidentes dentro del Bernabéu, por lo que, con toda probabilidad, según fuentes del dispositivo consultadas por Efe, se siga el modelo de anillos de protección y filtros a distintas distancias del estadio. Así se hizo en 2015 para la celebración del clásico Real Madrid-Barcelona, con fuertes medidas de seguridad tras las 130 víctimas de los atentados de París tan solo una semana antes, por lo que más de 1.100 policías nacionales fueron desplegados.