El fallecimiento del exfutbolista Carlos 'Lobo' Diarte ha supuesto, entre otras cosas, el adiós de un '9' puro de raza de los que apenas quedan en el fútbol actual y que en su caso hacía gala de su origen guaraní.
Carlos Martínez Diarte (Asunción, 26 de enero de 1954) ha fallecido hoy en un hospital de la ciudad de Valencia tras una larga enfermedad contra la que luchó en los últimos meses.
«Soy un guerrero, el Lobo nunca se rinde», declaraba el pasado mes de febrero al diario valenciano Superdeporte en una entrevista en la que el bravo exatacante asunceno exponía cómo afrontaba el cáncer que se le había diagnosticado el pasado año, una filosofía que también aplicó en su carrera como jugador.
Con ese espíritu racial guaraní, el Lobo, sobrenombre que debe a su zancada rápida y larga y que le puso el exfutbolista paraguayo Mario Rivarola, desembarcó en el fútbol español en 1973 procedente del Olimpia de su país, punto de partida y de final en su carrera como futbolista.
Internacional con la selección absoluta de Paraguay en 45 ocasiones, Diarte también destacó por ser un buen rematador de cabeza gracias a una notable potencia de salto con la que desbordaba a los centrales de las defensa rivales.
Diarte, que debutó en el Olimpia a la temprana edad de 16 años, recaló en el Real Zaragoza como primer destino en el fútbol español y en el que coincidió con los también jugadores paraguayos Saturnino Arrúa y Felipe Ocampos, lo que derivó en un juego de palabras por el que se les conocía por los «Zaraguayos».
Su buena actuación en el conjunto aragonés le llevó en 1976 al Valencia, donde formó parte de una delantera de lujo junto al argentino Mario Alberto Kempes y el holandés Johnny Rep y logró la Copa del Rey de 1979 ante el Real Madrid.
Posteriormente, Diarte jugó en Salamanca, en la temporada 79-80, y en el Real Betis, club que fue el último del atacante asunceno en España y en el que estuvo de 1980 a 1983, ya que ese año marchó al fútbol francés para enrolarse en el Saint-Etienne hasta 1985.
Tras doce años en Europa, Lobo Diarte volvió a su casa, el Olimpia de Asunción, en el que se retiró tras adjudicarse el campeonato paraguayo.
Después de colgar la botas, el bravo punta guaraní inició su carrera en los banquillos con una primera experiencia en 1988 como ayudante de uno de los grandes clubes de su vida, el Valencia CF.
Más tarde fue primer técnico del Atlético de Madrid B (1997-1998), el Salamanca (1998-1999) y el Gimnastic de Tarragona (2002) en España, una carrera que también desarrolló en su país en el Guaraní, el Olimpia y el Atlético Colegiales.
Ya en 2010, unas molestias en la espalda cuando desarrollaba su labor como seleccionador de Guinea Ecuatorial le hicieron viajar a Valencia para someterse a unas pruebas que revelaron un tumor ilíaco y otro en las vertebras que le obligaron a dejar su actividad profesional para centrarse en combatir la enfermedad.
Al margen de su carrera deportiva, Carlos Diarte, que fue el menor de ocho hermanos, desarrolló a los largo de su vida otras facetas aparentemente muy distantes del mundo del fútbol, como la poesía y la canción.
Así, declarado admirador del Generación de la 27, Diarte llegó a registrar cerca de doscientas obras, entre poemas cortos y narraciones, en la propiedad intelectual de Valencia e incluso protagonizó una actuación musical en Televisión Española.
Fue en el programa de Nochevieja de 1976 de TVE cuando Lobo Diarte, recién fichado por el Valencia, interpretó una canción del conjunto paraguayos los Blue Caps y después de que los productores de aquel programa, Valerio Lazarov y Augusto Algueró, le invitaran a participar en él.
Hoy, a los 57 años, Lobo Diarte, que recientemente declaró que su corazón ya era medio asunceno, medio valenciano, se ha ido para dejar un hueco irrecuperable entre los 'nueves' puros del fútbol español y paraguayo.