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Tolo Calafat y el Annapurna

«Esta montaña no es ninguna broma; tengo un poco de miedo»

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«Esta montaña no es ninguna broma y tengo un poco de miedo, ¡a ver si sale!». Tolo Calafat explicó en la Cadena Ser sus sensaciones horas antes de alcanzar la cima del Annapurna. Desde que fuera ascendido por primera vez en 1960 la transformación de sus glaciares ha alimentado su leyenda negra y ha impregnado el paisaje de un aspecto tétrico.
Las vivencias de Calafat han quedado radiografiadas en las páginas grancampeon.com y aventuraspormallorca.blogspot.com, que pocos días antes del ataque a la cima recogía su testigo: «Es muy consciente de que lo importante y difícil no es llegar a la cima sino que el descenso hasta el campo base es delicado, más aún con el cansancio acumulado». Calafat, que en su último mensaje en Facebook -en la imagen- facilitaba su contacto, admitió estar algo «acojonado» antes de iniciar la ascensión y explicó su temor a las previsiones climatológicas que enmarcaron el día señalado para el ataque a la cima.
Los contactos con la expedición sumida en el dolor tienen en Juanito Oiarzabal el mejor testigo. El alpinista vitoriano, que se confesó «muy afectado» por la pérdida, relató en Última Hora Punto Radio sus últimos contactos con el mallorquín. «Tolo estaba muy fuerte y creo que le falló un poco la experiencia en 'ochomiles'. Llegó cansado a la cumbre y se tendría que haber dado cuenta de cómo llegaba, pero la propia cumbre actúa com un imán que te absorbe. Llegó tocado. No es muy técnico y bajaba con miedo de tropezar porque es una zona complicada y se iba quedando un poco atrás con el sherpa».
Oiarzábal explicó que «nos dimos cuenta que no venía cuando cayó la noche. Él llevaba los frontales en su mochila y no teníamos luz. Esperamos dos horas y media y no había rastro ni de Tolo ni del sherpa que estaba con él, así que empezamos a descender a oscuras». «Íbamos helados y él estaba en compañía de un sherpa y tampoco teníamos preocupación. Bajamos hasta el campo IV y la preocupación saltó a la mañana siguiente cuando el sherpa llegó y nos dijo que Tolo no podía caminar», relató el expedicionario, Carlos Pauner.
Oiarzabal manifestó en Última Hora Punto Radio que tienen «la sensación de no haber hecho todo lo posible, pero sí todo lo que estaba en nuestra mano». El veterano alpinista comenta que a las 13.00 horas tras la primera noche en solitario de Calafat un sherpa acudió a su rescate. «Lo mandamos a la muerte y aceptó», analizó Oiarzábal, que dijo que «empezó a ventear y nevar y no pudo encontrarlo». «Si hubiera contactado otra cosa hubiera ocurrido», dijo el vasco, que desveló que el intento del helicóptero que rescató al resto de la expedición tras la segunda noche fue en vano. «Tolo fue capaz de sacar sus coordenadas, pero fue imposible localizarlo», dijo Oiarzabal.
Pauner, que dijo que «fue un día de cima muy malo, con mucho viento y al final eso se paga», afirmó que en su último contacto estuvieron siempre «animándole por el walkie y nos decía que no podía andar más. A las 7 ya no contestó».

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