Con casi nada, el Atlético Baleares obtuvo un botín enorme en Barcelona. Ordenado y letal, el grupo de Manix Mandiola suscribió un ejercicio de eficiencia ante el Espanyol B, un adversario pujante que se quedó seco ante la practicidad blanquiazul (0-2).
Hace tiempo que al Atlético Baleares dejó de interesarle demasiado quien aparece al otro lado del campo. Ni se fija en la matrícula. Manix Mandiola planifica para optimizar recursos. Y en eso invierte su tiempo y esfuerzos. Los resultados refuerzan jornada tras jornada el libreto del preparador guipuzcoano, cuyo equipo ha enganchado una docena de partidos sin perder. Su demarraje es una realidad. Administra seis puntos de ventaja sobre el Villarreal B -segundo clasificado- y acumula siete más que el Hércules, que es tercero.
Despojado de Franesc Fullana (sancionado) y sin Nuha Marong (convocado por la República de Gambia), el Atlético Baleares dejó el nueve para Marcos Jiménez de la Espada y no tuvo más remedio que reorganizar su sala de máquinas con Alberto Villapalos y Marc Rovirola, dos centrocampistas de corte defensivo. Yelko Pino tuvo otra oportunidad, pero sigue sin parecerse al enganche que necesita el equipo en muchos momentos. El Atlético Baleares es un equipo que suele hacer daño por las alas y fue esta vez Canario quien armó casi todo el bullicio. Entregó un gol a Marcos y resultó un incordio para el Espanyol B, sujetado de principio a fin.