Mención especial, por preparación y presentación para su magnífico steak tartare, una de las enseñas de La Bodeguita.

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¿Se puede disfrutar de un almuerzo de primera con un simple menú del día? Después de almorzar en restaurantes como La Bodeguita del centro, la respuesta está clara. Se puede, y se puede comer muy bien, con la sensación –además– de que muchos de sus platos son más propios de un almuerzo a la carta en un restaurante de muchas más pretensiones. Pero aquí, en este local ubicado en una estrecha calle palmesana que sale de la Rambla, la cocinera Maribel Moll ha conseguido conformar una clientela asidua a base de ofrecer una trabajada propuesta de varios entrantes, otros tantos principales y varios postres, todos ellos de calidad y elaboración sorprendentes por lo poco habitual en un menú de mediodía de 19,90€, postre o café, y cerveza o copa de vino incluidos, y que generan, instintivamente, el deseo de probarlos todos.

Según temporada, en su menú pueden encontrarse platos poco habituales, como un apetecible gazpacho de sandía; hamburguesas veganas con patatas gajo y salsa agridulce para los no carnívoros; o –como el día de nuestro último almuerzo allí–, una cazuelita de patata, berenjena, garbanzos (de Alcalá de los Gazules, tan suaves como los pedrosillanos) y huevo poché, de deliciosa textura. Algunos de sus arroces son verdaderamente atractivos, como el meloso de cecina y queso ahumado; inusuales, con pies de cerdo; o un sabroso –aunque menos original– arroz campero al que le daba un toque especial el romero, perejil, hinojo y estragón.

Mención especial, por preparación y presentación para su magnífico steak tartare, una de las enseñas de La Bodeguita, que la cocinera ha heredado del anterior propietario, el francés Emmanuel Clément, quien le traspasó el restaurante en 2018. El insigne Andrés Valente comentó en estas páginas que le parecía un milagro que pudieran ofrecer un tartare tan estupendo, o un espléndido –tanto de tamaño como de punto– entrecote de ternera con crujientes patatas fritas y salsa de pimienta (en este caso con un pequeño suplemento) en un menú de ese precio. E incluso, de vez en cuando, incluyen en su oferta caldereta de gallo de San Pedro, o un gran bacalao con falso pil pil y patatas al horno, como el que tomamos el día de nuestro almuerzo, en el que estaban muy logradas su mini tarta Tatin con helado –excelente todas las veces que la hemos tomado– , así como la de queso con arándanos.

Todo ello, preparado por esta dedicada y detallista cocinera formada en la escuela de cocina de Alcari (donde se graduó en gestión y dirección de cocina), que pasó después por Mardavall y Daica, y tomó en 2018 las riendas, ya como propietaria, de este coqueto y acogedor local que ha modelado a su gusto, aprovechando parte de la filosofía del antiguo bistró de Clément, convirtiendo en realidad su sueño de tener su propio negocio en el que ofrecer platos originales y con cuidada atención que te hacen sentir como en casa. Además, Maribel ofrece periódicamente a artistas la posibilidad de presentar o exponer sus obras en La Bodeguita. Su carta de vinos es escueta pero correcta, con algún buen Ribera de Duero crianza a un precio muy aceptable.

Agradable y acogedora casa de comidas, de cocina «de sabores limpios, sin trampas ni artificios», como señala en su declaración de intenciones, estupenda para disfrutar de un buen menú original, creativo y a buen precio. Tanto la cocinera como el servicio son encantadores. Ofrecen servicio para llevar.